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Barras y Estrellas

Barras y Estrellas

Notas

Noah Mamet entró con una sonrisa al salón principal de la Embajada de Estados Unidos. Ya había platos servidos con petits fours y un puñado de mozos impecables ofreciendo café expreso. Era una tarea compleja: veinte periodistas estaban al acecho, aguardando que Mamet confirmara la agenda que Barack Obama protagonizará junto a Mauricio Macri.

El embajador aseguró que se trataran temas vinculados al narcotráfico, el cambio climático, las inversiones de compañías norteamericanas, la seguridad territorial, la energía nuclear y el intercambio cultural entre ambos países.

–¿Esta agenda va a más allá de un eventual triunfo de Trump?–, preguntó un colega.

–Vamos a construir una relación institucional, al margen de los comicios–, contestó sin perder su habitual sonrisa.

Obama no irá al edificio de la AMIA, tiene previsto una declaración contundente en rechazo del golpe de estado perpetrado por las Fuerzas Armadas en marzo de 1976 y está dispuesto a conversar con estudiantes secundarios en un evento organizado en la Usina del Arte.

Mamet esquivó los comentarios acerca de la actual situación en Brasil, dedicó un tiempo importante en rescatar las coincidencias de Obama y Macri respecto a la situación política en Venezuela, y sonrió diplomático cuando se le preguntó si era posible un encuentro del presidente de los Estados Unidos con Cristina Kirchner.

–No. No está previsto–, remarcó.

–¿Y que dirá Obama sobre Malvinas?–, inquirió un periodista cuando la reunión languidecía.

–Habrá una conferencia de prensa, pregúntele en ese momento–, esquivó el anfitrión.

Será una gira histórica. Obama vuela desde la Habana, el relato ya es una anécdota y aprendimos que no sirven para nada las relaciones carnales. Ni tan lejos, ni tan cerca. Macri tiene una oportunidad. En una época caracterizada por el diálogo y la madurez política.