Cristina Fernández siempre pensó que sus ideas y su gestión serían una página imprescriptible de la historia argentina. Sólo tenía celos de Raúl Alfonsín, por la crucial circunstancia de haber iniciado el actual ciclo político. Y frente a esa traición del destino, como ya no podía competir con Alfonsín por el título de Padre de la Democracia, Cristina pretendió construir un relato que ubicara a su figura y su administración en un Olimpo Institucional a salvo del paso del tiempo y el olvido.

Pero a diferencia de Alfonsín, que jamás fue citado por un caso de corrupción, CFK deberá explicar en los tribunales cómo se hizo multimillonaria durante sus ochos años en Balcarce 50. El expresidente radical fue forzado a renunciar por una conspiración montada por el justicialismo, y regresó a su departamento de la avenida Santa Fe sin ahorros y con la imagen pública agonizante. Al contrario, cuando la expresidente peronista terminó su segundo mandato, exhibía millones de pesos en su declaración jurada y un consenso social que la ubicada como referente de la oposición.

Pero el tiempo, la información y Comodoro Py a veces hacen justicia. CFK y sus exfuncionarios ya han superado el record de Carlos Menem y sus exfuncionarios recorriendo los pasillos del fuero federal. Es más, sobre los principales protagonistas de la administración K, se ha conjugado una ola de investigaciones que dejaron a Cristina sin relato ni página épica. Sólo será mencionada por los casos de corrupción, las cadenas nacionales y el asesinato del fiscal Alberto Nisman.

A diferencia de Alfonsín, que vivió igual toda su vida, y fue honrado como un estadista cuando pasó a la historia argentina.