Juan José Gómez Centurión, exoficial carapintada y actual titular de la Aduana, mintió acerca de la última dictadura militar y su plan sistemático de terror ejecutado entre el 24 de marzo de 1976 y el 9 de diciembre de 1983. Gómez Centurión participó del movimiento golpista contra Raúl Alfonsín para evitar que los responsables de la represión ilegal sean condenados por sus crímenes de lesa humanidad. Y ahora frente a las cámaras de televisión ocultó la verdad para defender a un régimen castrense que montó un aparato terrorista estatal sin antecedentes en la historia argentina.

Las declaraciones de Gómez Centurión no son simples opiniones personales presentadas por un funcionario público que defiende una dictadura sangrienta. Gómez Centurión niega el plan sistemático, asegura que hubo una guerra y justifica las operaciones ilegales del Proceso de Reorganización Nacional.

El jefe de la Aduana hizo apología del delito y Mauricio Macri tiene que echarlo: la democracia no debe tolerar a funcionarios que niegan el programa de terror ejecutado por las Fuerzas Armadas entre 1976 y 1983. El negacionismo es el primer paso de la reivindicación pública del pasado. Ya lo vimos con los grupos neonazis en Alemania.

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