La inflación de marzo -6.7 por ciento- causó estragos en el Gobierno. Alberto Fernández no tiene nuevas medidas económicas, Martín Guzmán está acosado por La Cámpora y el Instituto Patria y la capacidad adquisitiva del salario sufre un deterioro que recuerda las crisis de 1989 y 2001.
El Presidente regresará a Olivos desde la clínica Otamendi -fue padre de Francisco- y aprovechará el fin de semana largo para definir una agenda política que podría implicar ciertos cambios en el Gabinete. Una movida interna sin afectar la pax armada con Cristina Fernández de Kirchner, que lo maltrató durante un cónclave parlamentario que se hace en el CCK.
En ese discurso trasmitido en cadena, Cristina convirtió la imagen presidencial en esquirlas. Y volvió al silencio.
Alberto Fernández mantendrá a Guzmán -que viaja a una reunión del FMI en Washington- y diseña un cambio de gabinete para recuperar todo el apoyo de sus aliados. Los gobernadores, legisladores, intendentes, sindicalistas y representantes sociales aguardan un gesto de poder del jefe de Estado.
Si eso finalmente no ocurre, el Presidente estará a merced de la soledad política. Con Cristina al acecho, y la inflación de abril.