La inflación de abril golpeó al gobierno y puso en jaque al proyecto político de Sergio Massa. El ministro de Economía aspira a una candidatura presidencial y el 8.4 de inflación afecta su relación con la opinión pública y el voto indeciso. El Frente de Todos, Juntos por el Cambio y Javier Milei se reparten por tercios al electorado que definirá al sucesor de Alberto Fernández.

La suba general de los precios fue empujada por la corrida en los mercados, que empujó al dólar blue hasta las cercanías de los 500 pesos. Y ese abrupto salto devaluatorio es una consecuencia directa de la ausencia de confianza respecto al gobierno y su capacidad para enfrentar la crisis económica.

El Banco Central no tiene reservas, las negociaciones para lograr posibles desembolsos -en el FMI, con Brasil y en el Banco de los BRICS- aún están en ciernes y la relación política entre Alberto Fernández y Massa cruje. El Presidente y el ministro ya tienen distintos proyectos políticos, al margen de la coyuntura que los ata sin beneficio de inventario.

Mientras tanto, Cristina Fernández de Kirchner cavila sus próximos pasos y pone en pausa al Frente de Todos, que aguarda sus movimientos para definir una estrategia electoral rumbo a las PASO.

La inflación pareciera que no cederá en los meses siguientes. Y el futuro en ciernes depende de dos factores con difícil convivencia: el Fondo Monetario Internacional y la vicepresidente. Un modelo de distopía en estado puro.