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El huracán Lilita

El huracán Lilita

Notas

Solo Mauricio Macri entiende la agenda política de Elisa Carrió, que no tiene problemas en exhibir sus diferencias con Ricardo Lorenzetti y Gabriela Michetti, dos piezas claves del sistema institucional de la Argentina. El resto de la corporación política –por su apego al status quo o por cuentas pendientes con la diputada nacional–, no duda en poner en la hoguera a Carrió y su discurso disruptivo. Pero a Carrió no le importa: ya enfrentó a Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández, sin que pudieran atenuar su opinión o terminar con su trayectoria parlamentaria.

El Presidente de la Corte habló con Mauricio Macri y le pidió que Carrió terminará con sus acusaciones sobre corrupción pública y negocios políticos con Carlos Zannini, ex secretario Legal y Técnico de Cristina. El Presidente de la Nación le contestó a Lorenzetti que la diputada nacional tiene agenda propia y que no hará nada para interferir en su estrategia política. Macri desconfía de Lorenzetti, confía en Carrió y quiere ganar las elecciones en la provincia de Buenos Aires.

La situación es diferente con Michetti. Casi una injusticia política: la vicepresidente no se banca a Ricardo Echegaray y menos aún las maniobras que ejecutó para defender los negocios de Cristóbal López y Lázaro Báez, dos socios y amigos de CFK. Pero no podía demorar su designación en la Auditoría General de la Nación, frente a los planteos administrativos que le llovían desde el Partido Justicialista. Y así lo hizo, con todas las reservas. Tantas reservas que, cuando se conoció el procesamiento dictado por Claudio Bonadio, firmó la destitución de Echegaray sin perder un segundo.

En realidad, Carrió cayó en un malentendido. Michetti nunca dijo que «era incontrolable», en términos de mala leche política. Sin embargo, esa opinión es una constante que se repite todos los días en los despachos más importantes de la Casa Rosada y en la intimidad de la quinta de Olivos. Durante mucho tiempo, a la diputada le encantaba que dijeran que no era controlable. Quizás ahora, como señaló en su última entrevista por televisión, los años ya están pesando.

Macri carga ahora con dos nuevos problemas en su agenda política. Explicar a Lorenzetti que no tiene un doble juego y respaldar a Michetti que, con justa razón, está irritada. Con el Presidente de la Corte deberá esperar: viajó a Roma para encontrarse con el Papa Francisco, otro amigo de Balcarce 50. Y con la Vicepresidente de la Nación ya tomó café y le dijo que la bancaba afuera y adentro de Balcarce 50.

Los dos saben –Macri y Michetti– que Carrió tiene guión propio, escrito después de rezarle a Dios.