Carlos Menem prometió el misil Cóndor a Libia y centrales nucleares a Irán y Siria. Como no cumplió, se sucedieron los ataques terroristas a la Embajada de Israel (1992) y a la AMIA (1994). Menem trabó la investigación para evitar que las pruebas caigan sobre su Presidencia. Y aún no pagó este responsabilidad en los tribunales.
Fernando de la Rúa no hizo nada para resolver la causa AMIA. Perdido en el laberinto de su propia gestión, De la Rúa terminó su mandato sin cumplir las promesas que había hecho durante la campaña electoral.
Con la llegada de Néstor Kirchner a la Casa Rosada, inició una política de estado para resolver la causa AMIA. Se designó al fiscal Alberto Nisman a cargo de la investigación y se dispusieron de millones de dólares para encontrar a los responsables de la conexión local e internacional. En este período institucional se identificó a los presuntos terroristas iraníes.
Cristina Fernández enterró la política de estado de Néstor Kirchner, al firmar el Memorándum de Entendimiento con Irán. Fue una traición a la sociedad argentina que aún continúa impune, porque aún la justicia federal se resiste a investigar la denuncia contra la expresidente que le costó la vida al fiscal Nisman.
Ahora es la responsabilidad de Mauricio Macri, que participó del homenaje a las víctimas del ataque terrorista. El Presidente se comprometió a encontrar a los autores del atentado, pero no existe un correlato directo entre su voluntad política y las decisiones que se están asumiendo en su administración. Todo es muy lento y con escasa formación para entender cómo funcionaba el mundo en 1994 y cómo funciona en 2016, adonde ISIS es una plaga que arrasa Medio Oriente e Irán se transformó en una aliado de Occidente.
Macri debería pedir un informe de los hecho hasta este momento. Sólo encontraría respuestas de ocasión.