Gatilló la Revolución Cubana. Terminó con el régimen de Fulgencia Batista, enfrentó a los Estados Unidos y abrió un proceso político inédito en América Latina y el mundo. Sin embargo, con su apropiación del poder popular, transformó a la Revolución en un proceso dictatorial, que aún resiste a los cambios provocados por la caída del Muro de Berlín, el fin de la Guerra Fría y la implosión de la Unión Soviética. Nadie duda de la epopeya del pueblo cubano ante los intereses de mafiosos, banqueros, militares y políticos que habían transformado a la Isla en un burdel sujeto a perpetua explotación. Pero Castro hizo añicos la ilusión, y ahora sólo quedan una viejas fotos de una historia que no absolverá a su principal protagonista.