La oposición más kirchnerista sueña con lograr que Mauricio Macri sea Fernando de la Rúa. Medios privados comprados con fondos cedidos por Cristina Fernández apelan a las comparaciones entre ambos presidentes para instalar un clima de zozobra y malos entendidos. Ocurrió durante los embates de la izquierda al Parlamento cuando se debatía la reforma previsional y sucedió de nuevo cuando los tiburones de la City Financiera avanzaron sobre la costa para comer todo lo que encontraban a su paso. Ya en plena campaña electoral, con el dólar a más de 23 y la inflación hacia arriba, medios K, distintas facciones de la CGT y el peronismo de Luis Barrionuevo, montaron un numerito para capturar un inesperado rédito político.
Macri conoce la City financiera. Y su equipo económico –Federico Sturzenegger, Nicolás Dujovne, Luis Caputo– muchísimo más. En años anteriores, con los tiburones que aprovecharon la coyuntura nacional e internacional, Sturzenegger, Dujovne y Caputo han hecho negocios juntos o han escrito informes de situaciones que pagaban sus bancos, fundaciones e inversoras. Nada de lo que sucedió en los últimos días –desde que la FED toco la tasa– sorprendió al equipo económico. Ni las maniobras en la City, ni los nombres de los bancos y los banqueros que aparecían ganando fortunas con un click del mouse.
Cuando a Macri le quedó claro que la corrida del dólar ponía en jaque su gobierno y su eventual reelección, ordenó diseñar un plan de respuesta a los operadores de la City Financiera. Ese plan debía explicitar que su programa económico no cambiaba y demostrar a los traders y sus benefactores que no iba a permitir que lo llevaran puesto. Eso explica la tasa del Banco Central al 40 por ciento y el anuncio de la baja del déficit de 3,2 a 2,5 del PIB. Ese anuncio formal, protagonizado por Dujovne y Caputo, implicó una declaración de guerra a los tiburones del mercado. Y como toda guerra en tiempo modernos, el final es abierto.
Macri ahora invadió la City Financiera y estableció una cabeza de playa. Es obvio que habrá una réplica: los inversores locales y extranjeros saben que ganan mucha plata en Argentina con mínimo esfuerzo. Y no quieren perder sus oportunidades. Aunque se ponga en peligro la estabilidad política y el empleo de millones de argentinos. Ellos van por la suya y ya probaron su eficacia en 1989 (Raúl Alfonsín) y 2001 (De la Rúa), por citar dos ejemplos de la historia reciente.
Vienen días complejos y opacos. Pondrán a prueba el carácter del Presidente.