Cristina Fernández crece como candidata presidencial del peronismo frente a la opción de Mauricio Macri. CFK tiene dos variables a favor: la desmemoria política de una sociedad que padece desilusión agravada y un plan económico que castiga a la clase media. Se trata de una relación perversa que se alimenta mutuamente: con crisis económica y social, las posibilidades electorales de Cristina se multiplican en términos geométricos. No importan sus casos de corrupción, su discurso absolutista y la mentira sistemática. Sin plata para vivir, la ética democrática se ahoga en la sopa.
Macri insertó a la Argentina al mundo, organizó con éxito el G20, transparentó los índices oficiales, acepta conferencias de prensa, distribuye ayuda social con métodos institucionales y trata de mantener a flote su coalición de Gobierno. Sin embargo, su agenda económica exhibe una sucesión de ajustes que significaron el incremento de la pobreza y la indigencia, la caída de la capacidad adquisitiva del salario, un suba de tasas imposible de soportar, el aumento del riesgo país, una bicicleta financiera formidable y la parada en seco del crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI). Con estas variables acechando en tiempos electorales, Macri enfrenta un camino escarpado hacia la reelección presidencial.
La única posibilidad de Macri es que la economía rebote y que el ajuste deje paso a una reactivación que beneficie a la clase media. Macri no tiene chance entre los pobres o desocupados, y los sectores beneficiados por el plan de ajuste son una porción electoral que no compensa el apoyo a CFK en el conurbano bonaerense. No es que la clase media desilusionada de Macri no recuerde las tropelías de Cristina, pero esa clase media ya no llega a fin de mes y sus gastos aspiracionales son un recuerdo que el tiempo empieza a borrar. No hay nada mas reaccionario que un burgués asustado.
Las posibilidades de Macri aumentan si la economía crece y el peronismo se divide. Frente a Cristina se alinean Juan Manzur, Miguel Ángel Pichetto, Sergio Massa, Daniel Scioli, Juan Manuel Urtubey y Juan Schiaretti. No la quieren a CFK, buscan ser la alternativa del justicialismo y apuestan a llegar al balotaje contra Macri. Este conglomerado de gobernadores, ex gobernadores, legisladores y exintendentes tienen dos dificultades básicas: aún no tienen un candidato de consenso y su apoyo electoral no alcanza al 10 por ciento, una cifra que Cristina multiplica por tres.
En este contexto, y por ahora, la ecuación electoral es fácil de precisar. Se trata de Macri o CFK. Si hay reactivación económica, Macri ganará la elección 2019. Y si no la hay, el peronismo regresará a la Casa Rosada. Con Cristina y su banda presidencial, o moviendo los hilos detrás del cortinado.
