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Golpe palaciego

Golpe palaciego

Notas

Carlos Rosenkrantz es un notable jurista que leyó con tibieza a Maquiavelo y Hobbes. Llegó a la Corte Suprema propuesto por Mauricio Macri y aceptó protagonizar una trifulca de poder que implicó su ascenso como presidente de la Corte Suprema. Esa batalla interna concluyó con la administración política, jurídica y económica de Ricardo Lorenzetti, un agudo jurista que conoce los secretos del Príncipe y el Leviathan. Sorprendido por la maniobra de Rosenkrantz, Lorenzetti inició una guerra de guerrillas que transformó a la Corte Suprema en una institución balcanizada.

Carlos Rosenkrantz, presidente de la Corte Suprema

Rosenkrantz fue apoyado por Elena Highton de Nolasco y Horacio Rosatti, dos juristas de distinto origen político que Elisa Carrió convenció para avanzar sobre Lorenzetti. Carrió detesta a Lorenzetti y logró su desplazamiento en una jugada interna que no se esperaba en el Palacio de Tribunales. Pero Rosenkrantz tiene escasos conocimientos en el ejercicio del poder y en pocas semanas permitió que una alianza táctica entre Lorenzetti, Rosatti y Carlos Maqueda licuaran su influencia institucional.

Esta nueva mayoría de la Corte, vinculada al peronismo que no se resigna al discurso populista de CFK, ejecutó un golpe palaciego y transformó a Rosenkrantz en un Presidente de cartón. Lorenzetti, Rosatti y Maqueda ahora tienen el control administrativo de la Corte y se ponen de acuerdo respecto a la perspectiva política de los fallos del alto tribunal. Rosenkrantz analiza demandar a sus colegas del cuarto piso de Tribunales, una situación procesal que sería inédita para la historia argentina.

Lorenzetti, Highton de Nolasco, Rosenkrantz, Maqueda y Rosatti, jueces de la Corte

La Corte Suprema siempre acompañó la agenda política del gobierno. Con excesos, durante la presidencia de Carlos Menem, y con mucha sutileza en épocas de Néstor y Cristina Kirchner. Macri no tiene esa posibilidad y sus operadores judiciales han chocado de frente cuando pretendieron suavizar o modificar una eventual decisión del alto tribunal. Se trata de mala praxis: Lorenzetti, Maqueda y Rosatti conocen las reglas de juego. Y están dispuestos a cumplirlas. Sólo esperan que Macri mueva.