Nicolás Maduro está rodeado, pero no cae. Aún es sostenido por la cúpula militar, los asesores cubanos, los millones de China, la diplomacia rusa y los grupos de auto defensa civil que patrullan las calles de Venezuela. Frente al régimen populista, Estados Unidos, el Grupo Lima, la Unión Europea (UE), Uruguay y México, y el Vaticano ejecutan una fuerte presión diplomática y económica para poner en movimiento una transición democrática que aún no comienza. Maduro resiste y juega con una hipótesis de conflicto que el sistema internacional rechaza con excepción de Donald Trump: el enfrentamiento armado para dirimir si el régimen prevalece o es reemplazado por Juan Guaidó, el presidente interino de Venezuela que se comprometió a terminar la crisis institucional y convocar a elecciones libres y transparentes.
La posibilidad de una guerra civil complica el proceso de transición democrática. Los generales del régimen todavía juegan al lado de Maduro y Guaidó no tiene suficiente poder político para erosionar a la cúpula militar y forzar una deserción masiva. Sin poder castrense, Maduro seguirá en su puesto. Aunque la diplomacia multilateral presione y Estados Unidos arruine sus finanzas.
La hambruna en Venezuela es sistemática y la comunidad internacional dispuso de fondos millonarios y toneladas de alimentos y medicamentos para su rápida distribución. Pero Maduro no acepta la ayuda humanitaria y ya ha dispuesto un operativo militar y civil destinado a evitar que miles de venezolanos crucen a Colombia para recibir una caja de alimentos y medicamentos que pueden hacer más soportable su vida bajo el régimen populista.
Guaidó exigirá que se permita el ingreso de la ayuda humanitaria a Venezuela y hará un nuevo llamado a la desobediencia castrense para quebrar el apoyo de los generales a Maduro. Se trata de una jugada política que aún no dio resultado. Maduro menea la hipótesis de una guerra civil, y esa estrategia beneficia a su complicada estabilidad personal. Sin conflicto, el sucesor de Hugo Chávez no abandonara el poder. Pero si hay conflicto, los muertos de ambos bandos se podrían contar por centenas.
En Venezuela hay status quo bajo amenaza de tragedia. Le toca mover a Donald Trump.