Antonio Stiuso involucró a Cristina Fernández en el asesinato de Alberto Nisman y detonó la investigación de Viviana Fein. No aportó una sola evidencia, ejecutó una venganza personal contra la expresidente y colocó en un laberinto sin salida a la causa abierta para descubrir a los autores de la muerte del fiscal federal que investigaba la causa AMIA.
Ante los dichos de Stiuso, la jueza Fabiana Palmaghini no tuvo otro camino que declararse incompetente y abrir una denuncia contra Fein, pero estas dos decisiones procesales no resuelven el asunto de fondo. El espía caído en desgracia se pasó años pinchando teléfonos, sobornando jueces, apretando periodistas y aceitando a políticos oficialistas y opositores, y ahora entra a escena para implosionar un expediente que ya era una farsa consumada.
Stiuso sabe lo que hizo. Ganó tiempo en sus propias causas por distintos delitos de corrupción, se pone en el centro del tablero para cuando todo pase a la justicia federal y consuma su estocada contra CFK, que un día decidió capturar todos los réditos políticos y económicos de los servicios de inteligencia de la Argentina.
La maniobra del espía provoca una pérdida de tiempo en todos los expedientes, y al final muy poco quedará. Stiuso asegura que Cristina está relacionada con la muerte de Nisman y que la fiscal Fein ocultó estos dichos en su primera declaración testimonial. El espía no tiene manera de probar estas acusaciones, y si lo hiciera sería cómplice por encubrimiento, ya que aún operaba en la SIDE cuando mataron a Nisman.
Además, con su conocimiento directo de la Justicia y su reconocida vehemencia operacional, cuesta creer que haya firmado un acta labrada por Fein sin que apareciera de manera textual toda su declaración como testigo clave del caso. En ese acto judicial estaba Stiuso, su abogado, la fiscal y su secretario. No hay forma de aportar una evidencia distinta para probar el supuesto delito, y los testimonios se anulan mutuamente. Con la presunción de inocencia, la causa contra Fein se cerrará, pero el espía ya habrá ganado tiempo para su propia defensa.
Stiuso cumplía órdenes de Néstor y Cristina Kirchner. Nunca dudó y su fortuna es colosal. Todo terminó cuando CFK abrió la negociación con el régimen de Irán y entregó la persecución ilegal en la Argentina al general César Milani . Desde ese momento, el espía perdió poder, temió por su vida y juró venganza. Ahora puso a Cristina a merced del imaginario colectivo, pero no deslizó una sola evidencia para probar su conexión con el asesinato de Nisman.
Es un juego de espías, que terminará en un callejón sin salida.
Hasta que decida aportar a la justicia todas las escuchas y todos los documentos oficiales que se llevó antes de caer.
Una hipótesis falaz. Si lo hiciera, pasaría años en prisión.