Alberto Fernández viajó al exterior para visitar a Lula da Silva, el expresidente brasileño encerrado por corrupción pública. Fue por el día y se sacó una foto con César Amorín, excanciller de Lula da Silva, quien lo acompañó al centro de detención ubicado en Curitiba.
“Nós, argentinos temos um enorme reconhecimento e carinho por Lula. A prisão dele não é algo que nos passa desapercebido. Eu sou professor de direito há 35 anos e vejo com muita preocupação a detenção de Lula”, @alferdez após visitar @LulaOficial
Foto: Ricardo Stuckert pic.twitter.com/31T4tzcnNx
— Instituto Lula (@inst_lula) July 4, 2019
El viaje de Fernández es al menos paradójico: suspende la gira presidencial para mostrar su solidaridad política con un exjefe de estado que fue apresado por un caso de corrupción. Es una señal para adentro-La Cámpora-, y para afuera: no le importa aparecer junto a un dirigente populista que aún tiene causas pendientes con el sistema judicial de Brasil.
Cristina, en cambio, viajó a la Habana para visitar a su hija en reposo. Florencia está internada y los certificados de parte aseguran que no puede regresar a la Argentina. La expresidente vuelve en pocos días, y se muestra preocupada. Ama a Florencia y sabe que la campaña electoral pondrá mucha distancia con Cuba.
La hija menor del matrimonio Kirchner no sólo enfrenta problemas físicos. Tiene varios expedientes abiertos en la justicia federal y no posee fueros para enfrentar una eventual prisión preventiva. CFK está tranquila: la Familia Castro jamás entregaría a Florencia Kirchner, si finalmente se ordena su prisión en una cárcel de mujeres en Ezeiza.