Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) pueden implicar un cambio de modelo político si finalmente la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner derrota a Mauricio Macri y María Eugenia Vidal. Esto no significa que Fernández (Alberto) va a regresar de la mano de Cristina a Venezuela, Cuba, Irán, a los contratos sin control para Lázaro Báez o a enviar los diarios del domingo a Santa Cruz con el Tango 01.
Pero Fernández y Fernández de Kirchner en la Casa Rosada significa que los intendentes del conurbano recuperarán el poder, que ciertas causas en Comodoro Py serán ejecutadas en los archivos penales, que la emisión monetaria regresará a la fiesta y que La Cámpora crecerá agazapada para proponer a Axel Kicillof -flanqueado por Máximo Kirchner– como futuro presidente de la Argentina.
Frente a las propuestas de realpolitik de Alberto y sus socios políticos, aparece Juntos por el Cambio liderado por Macri. El Presidente ordenó un ajuste económico y social que puede condicionar su reelección y la continuidad de Vidal como gobernadora de la provincia de Buenos Aires. Macri es rechazado en las zonas pobres del conurbano y cuestionado por la clase media urbana que esperaba ciertos beneficios económicos a través de su gestión.
Vaca Muerta es un gran proyecto global, el Metrobus acorta las distancia y Palermo ya «no se inunda más». Pero se extraña la molleja en los asados domingueros, y esa melancolía se paga en las urnas. Al presidente le faltó sensibilidad social que no se encuentra en las planillas de Excel o en los trabajos académicos sobre segmentación del voto y el uso de los Bots.
Esa ausencia puede abrir la puerta a otro modelo de país. Por ahora, la definición electoral aparece en estado gaseoso.