Mauricio Macri se siente traicionado por la burguesía nacional. El presidente asumió que su programa político sería reconocido por las clases urbana hartas de Cristina Fernández de Kirchner y su peculiar manera de conducir el Estado nacional. Pero se equivocó, perdió las PASO y su reelección es un sueño acorralado por las pesadillas.
Alberto Fernández jamás pensó que derrotaría a la fórmula Macri-Miguel Ángel Pichetto por una diferencia mayor a cinco puntos y ahora siente que el triunfo le pertenece personalmente, aunque haya llegado a la nominación por el gesto político de Cristina y su hijo Máximo Kirchner.
Macri y Fernández abrieron un canal de diálogo que se hará a través de sus celulares privados. Puede ocurrir que se encuentren en un museo para compartir una charla, y nada más. Cada uno fatigará su campaña electoral y habrá dos debates presidenciales antes de la primera vuelta. Es poco probable que haya balotaje: la diferencia de Fernández es casi un triunfo asegurado.
La clave es la transición hasta el 10 de diciembre. Macri y Fernández acordaron evitar los roces que compliquen la estabilidad democrática y la vida cotidiana de los argentinos. Son promesas de dos candidatos en pugna por el poder. Tienen ese valor.