Nunca se vieron personalmente, aunque fueron aliados políticos por unas semanas en 2003. Mauricio Macri y Alberto Fernández se desprecian mutuamente y el debate presidencial será una guerra de nervios. Macri y Fernández estudian los temas de la confrontación institucional, pero también analizan cómo será el primer contacto político ante millones de personas que seguirán el debate presidencial por televisión.
Fernández es una hábil orador que no cree en el coaching mediático. Pero lleva años dando clases en la facultad de Derecho y le sale natural explicar los temas que maneja. Esta es su principal ventaja en un debate presidencial que puede consolidar su imagen como probable presidente de la Argentina.
Macri está entrenado, tiene experiencias en debates televisivos -como candidato presidencial y a jefe de Gobierno- y ajustará su discurso a los asuntos que trata todos los días en Olivos y la Casa Rosada. Corre en desventaja por la derrota en las PASO y sabe que será un blanco móvil ante los otros candidatos que pujan por salir indemnes del debate presidencial.
Fernández y Macri se cruzaran en Santa Fe. Y la estrategia general no admite prueba en contrario: el candidato opositor busca consolidad su imagen pública, mientras que el presidente intentará demostrar que su derrota es regresar al pasado cercano.
Segundos, afuera.