Fue una tragedia anunciada. Millones de argentinos viven en los asentamientos, villas de emergencia o barrios populares que se multiplican en la Capital Federal y el conurbano bonaerense. Y el Estado Nacional, la provincia de Buenos Aires y la Ciudad de Autónoma de Buenos Aires fracasaron al momento de evitar que los más pobres sufran las consecuencias sanitarias causadas por el COVID-19.

La pregunta es obvia: si hubo un despliegue generoso al momento de distribuir comida y artículos de limpieza en los asentamientos, porqué no se estableció una estrategia destinada a bloquear los niveles de contagio en las zonas más paupérrimas y más pobladas del AMBA.

Los argumentos del gobierno nacional, provincial y municipal abundan. Pero los contagiados se multiplican, y a la ausencia de trabajo formal-informal, se añade la tragedia del coronavirus.

La responsabilidad es pareja: doce años del PRO en la Ciudad y décadas del peronismo en Buenos Aires.

Siempre pagan los pobres.