En un mismo día, jueves 30 de julio, Mauricio Macri se fue a Europa, Horacio Rodríguez Larreta se reunió con Alberto Fernández por la cuarentena, la bancada de Juntos por el Cambio respaldo la ley de Deuda en el Senado y el interbloque de Diputados -PRO, UCR y CC- se boxeó durante siete horas con Santiago Cafiero, el jefe de Gabinete.
La oposición no tiene plan frente a la agenda de Alberto Fernández y deja en una situación de indefensa institucional al electorado que votó la fórmula Macri-Miguel Ángel Pichetto. Si el expresidente optó por correrse del escenario político, y Rodríguez Larreta asume más que nada una representación institucional -entró a Olivos como jefe de Gobierno porteño-, el sistema democrático corre cierto peligro.
El vacío poder es una circunstancia política que destruye la Democracia. Si una Presidencia no tiene control político, porque sus líderes están atomizados o con agendas en paralelo, ese lugar es ocupado por la degradación partidaria que suma volumen con un discurso agresivo y chauvinista. Al final, acorde a los acontecimientos, la sociedad puede girar hacia la derecha o al populismo.
Es cuestión de tiempo.