Alberto Fernández confirmó a Martín Guzmán, pese a las conspiraciones políticas adentro y afuera del Gobierno para comprarle un ticket de avión y que viaje sin escalas hasta la universidad de Columbia en New York (Estados Unidos). El ministro de Economía está empoderado por el Presidente y ahora diseña un programa de acción que apunta a controlar las operaciones del Contado con Liqui (CCL) y evitar una mega devaluación que profundice la crisis social.
Junto a las medidas para controlar los mercados financieros, Guzmán apuesta a cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que le permita exhibir ante los inversores externos cierta estabilidad económica y política. Se trata de una apuesta complicada porque la negociación con los acreedores privados no sirvió para dar confianza en el rumbo económico y porque adentro del Gobierno se profundizan las diferencias entre Alberto Fernández y el kirchnerismo más duro.
Cristina Fernández de Kirchner cuestiona a determinados ministros del Gabinete -Santiago Cafiero a la cabeza- y no comparte la estrategia presidencial respecto a cómo lograr un acuerdo político-social con la CGT y los empresarios. La Vicepresidente cree que la estrategia es errónea y que se deben articular otros métodos de acercamiento y gestión.
Alberto Fernández escucha las advertencias de la vicepresidente y no descarta un cambio de Gabinete. Pero antes de esa eventual crisis de poder inducida desde Olivos, el jefe de Estado aguardará la cotización del dólar que estará sujeta a determinados operadores de la City que empujan una devaluación del peso para ganar millones en minutos.
Si la divisa rompe los diques, muchos ministros vaciaran los cajones de sus despachos y empezaran a escribir sus memorias.