Alberto Fernández ya sabe que la única vacuna que podrá usar llegará desde Rusia y se llama Sputnik V. Pero esa vacuna tiene un problema: aún no fue autorizada para su aplicación en mayores de 60 años, que es un importante grupo de riesgo en la Argentina con más 7 millones de integrantes.

Y si la documentación científica no llega del Instituto Gamaleya, y esa documentación a su vez no es aprobada por la ANMAT, el Presidente no podrá cumplir con la promesa de tener un plan de vacunación contra el COVID-19 que atenúe los efectos sanitarios de la Pandemia.

Hasta esta fecha, mediados de enero, la Casa Rosada negocia con el Kremlin para lograr que la información de la Sputnik V arribe a Buenos Aires cuanto antes. Desde Moscú contestaron que remitirán el dossier de Gamaleya en las próximas horas, y que el grado de eficacia de la vacuna está por encima del 90 por ciento entre la población de mayores de 60 años.

Si Vladimir Putin cumple con su promesa, y la vacuna tiene robustez científica, se podrá aplicar en la Argentina. Y una vez superado este escollo, debería resolverse el siguiente: cuando llegarán las 5 millones de dosis de Sputnik V que el Presidente prometió para antes que inicie febrero.

Y todavía nadie sabe -en Balcarce 50- adonde están.