Gildo Insfrán es el gobernador de Formosa. Lo más parecido a un dictador de Medio Oriente. Maneja al estado provincial como un feudo de la antigüedad, no se conoce su patrimonio y jamás reveló su salario como empleado público.
Siempre gana las elecciones, y asegura que es un modelo de prevención contra el COVID-19.
Alberto Fernández considera que Insfrán es un ejemplo político y su ministro del Interior, Eduardo «Wado» de Pedro, se ha puesto a disposición para que a Formosa no le falta nada. Ni obras públicas, ni créditos blandos.
Y poco importaba el estado policial montado por gobernador alegando la existencia de la pandemia.
Pero la sociedad civil de Formosa se hartó, y el Presidente y De Pedro tomaron distancia de Insfrán.
Fue tarde. Y no alcanza.
El gobernador no quiere cambiar nada en su administración, y aguarda que la Casa Rosada continúe respaldando su gestión provincial.
Por ahora, Alberto Fernández y De Pedro se mantienen en silencio.
Una decisión política que sólo favorece la impunidad en Formosa.