Vladimir Putin utilizó la fecha histórica del 9 de mayo para enviar un mensaje global que ratificó una certeza geopolítica: el líder ruso no tiene un plan sólido frente a Ucrania, y apeló al nacionalismo para remontar un conflicto que pone en jaque su estabilidad en el Kremlin.
Putin creyó que invadía Ucrania y llegaba a Kiev en una semana. Ese error estratégico minimizó la voluntad y la moral de las tropas ucranianas y relativizó el respaldo de Estados Unidos y la Unión Europea. Ahora, Moscú enfrenta un escenario bélico que puede tener consecuencias políticas parecidas al desenlace de la invasión de la Unión Soviética a Afganistan.
En esta instancia histórica, la URSS inició su implosión y al final hubo un cambio de sistema político.
Si la guerra con Ucrania está condicionada a la permanencia de Putin en el poder, un final posible puede implicar otro cambio de sistema en Rusia.
Esta hipótesis geopolítica entusiasma a Washington, Paris y Berlín, e interpela al propio Putin.
Mientras tanto, el conflicto continúa y la tragedia se multiplica al infinito.