Alberto Fernández hizo un movimiento inesperado tratando de evitar un epílogo político forzado por sus diferencias con Cristina Fernández de Kirchner. El Presidente designó a Victoria Tolosa Paz, Kelly Olmos y Ayellén Mazzina sin consultar con su socia principal en el Frente de Todos. Ese acto de independencia partidaria -que podría haber mantenido en reserva- fue comunicado por sus voceros para explicitar que había puesto en marcha su propia resistencia a la agonía política.

CFK tomó nota de la novedad, y prometió ajustar cuentas. La vicepresidenta considera que preservar sus cuotas de poder pueden bloquear la posibilidad de una sentencia en contra por la Causa Vialidad, un razonamiento político que se transforma en polvo y cenizas cuando se revisan las evidencias que existen en su contra.

Sergio Massa se mantuvo al margen de las decisiones asumidas por el jefe de Estado en la soledad de Olivos, aunque en la intimidad consideró que fue un gesto vacuo que no cambiará el sino de Alberto Fernández.

Una prueba hacia adelante permite entender que el Presidente solo cuenta con los propios y sus circunstancias: el lunes 17 se festeja el Día de la Lealtad peronista. Y hasta la noche del juramento de las ministras Tolosa Paz, Mazzina y Olmos, Alberto Fernández no había sido invitado a ningún acto partidario.