No hay una sola posibilidad que permita al Gobierno aprobar el juicio político a la Corte Suprema en la Cámara de Diputados. No tiene los votos en el recinto de sesiones, y todo se reducirá a un escándalo institucional que abrirá paso a la campaña electoral.
Alberto Fernández piensa el proceso de juicio político como un método para unir al Frente de Todos, que puede perder la Casa Rosada en diciembre de 2023. El Presidente desea su reelección y cree que la unidad de la coalición oficialista podría fortalecer sus chances ante Juntos por el Cambio.
Cristina Fernández de Kirchner no soporta al jefe de Estado y observa con desdén el juicio político contra Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz, Ricardo Lorenzetti y Juan Carlos Maqueda. Asume que ese juicio no terminará con sus acusaciones penales en la justicia federal y ya sabe que jamás será aprobado en la Cámara Baja.
Mientras tanto, el bloque de diputados oficialistas transformará a la Comisión de Juicio Político en un ring side y otra vez las instituciones democráticas sufrirán frente a la opinión pública. En medio de la crisis económica, un nuevo escándalo político sólo servirá para desgastar aún más la imagen de la democracia.
Está probado que el vacío de poder en el sistema desemboca en tragedia. Todavía están vigentes las consecuencias del último golpe de Estado y la caída de Fernando de la Rua.