Alberto Fernández sueña su reelección y enfrenta la condena política de Cristina Fernández de Kirchner. Ya no hay diálogo político entre ellos y las batallas palaciegas se suceden hasta el infinito. Cristina cuenta los días para que termine el Gobierno y el presidente persigue su continuidad en Balcarce 50, a pesar de la vicepresidente, La Cámpora y el Instituto Patria.

CFK no tiene candidato propio. Respalda las intenciones de Eduardo «Wado» de Pedro y decantaría a favor de Sergio Massa, si finalmente la inflación baja y el jefe del Palacio de Hacienda decide competir en la carrera presidencial. Pero hasta mayo todo será incertidumbre en el kirchnerismo: la candidatura del ministro del Interior no despega, y el indice de precios de enero será más alto que en diciembre.

En este escenario, Alberto Fernández continúa su marcha hacia un objetivo personal que es rechazado afuera y adentro del peronismo. La imagen presidencial es muy baja y la mayoría de los dirigentes del Frente de Todos considera que el jefe de Estado debería dar un paso al costado.

El Presidente sólo cederá su lugar a Massa, que todavía cavila acerca de su futuro político. El ministro no se inmolará por pedido de Alberto Fernández y Cristina. Si la inflación no baja, y el caos continúa en el Frente de Todos, optará por esperar hasta 2027.