Sergio Massa incendió todos los libros de política de la Argentina al triunfar en la primera vuelta frente a Javier Milei y Patricia Bullrich. Massa es ministro de Economía de un gobierno licuado por las diferencias entre Alberto Fernández y CFK, y que además exhibe una inflación en ascenso, tiene un altísimo nivel de pobres, devaluó el peso casi hasta el infinito y no puede explicar los casos de corrupción de la vicepresidente, Martín Insaurralde y el puntero Chocolate.
Sin embargo, el candidato presidencial Massa sobrevivió a esta coyuntura y busca suceder a Alberto Fernández, que cuenta las horas para abandonar la quinta de Olivos. Massa tiene previsto fortalecer sus vínculos con un sector de la Unión Cívica Radical (UCR), a la espera de la implosión de Juntos por el Cambio.
Mauricio Macri ya opera un acuerdo con Milei y no tiene ningún límite moral-ideológico para romper la coalición opositora y jugar en contra de Massa, a quien odia por encima de sus lealtades políticas. Todavía no se sabe qué harán Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, pero el expresidente ya demostró que puede traicionar si ello implica satisfacer su propios intereses personales.
Massa ya hizo un milagro político y ahora va por la presidencia. Enfrente tiene a Milei, que habla con sus perros cuando está angustiado.