La frustración política y el desencanto social transformó a Javier Milei en Presidente de la Argentina. Su elección fue contundente e interpela a todos los partidos tradicionales y a las coaliciones políticas que se sucedieron en el poder desde 1999. Milei llenó el vacío de poder que dejó el fracaso de Juntos por el Cambio y Unión por la Patria.
Ahora inicia una etapa de incertidumbre empujada por la inexperiencia de Milei y la implosión de las dos coaliciones que marcaban la agenda política del país. El presidente electo está sólo con sus circunstancias, mientras que el peronismo, el radicalismo y el PRO enfrentan un futuro que es incierto y opaco.
Si Milei aplica las reglas básicas de la acumulación de poder tendrá la posibilidad de construir un gobierno de coalición con una parte del peronismo, la UCR y la facción del PRO que maneja Macri. En cambio, si fracasa en esta construcción elemental, su paso por la Casa Rosada será complejo e inestable.
Al otro lado del ring, Milei tiene poco para esperar: Cristina Fernández y La Cámpora, Horacio Rodríguez Larreta, Elisa Carrió y los distintos referentes del radicalismo aguardan su momento para recuperar el espacio perdido. Aún mastican el ascenso de Milei a la Presidencia y quieren despertarse de su propia pesadilla política.