Mauricio Macri negoció con Javier Milei un acuerdo político cuando Patricia Bullrich todavía era candidata a presidente en nombre de Juntos por el Cambio. Y reforzó ese acercamiento a pocos días del balotaje que enfrentaría a Milei con Sergio Massa, representante de Unión por la Patria.
Con el número puesto, Macri asumió que se llevaría una porción del nuevo gobierno y que se transformaría en el tutor del presidente electo. Pero Milei demostró a Macri que su poder no era un bien ganancial y tomó decisiones que dejó en una posición incómoda al exjefe de Estado.
Milei no aceptará ninguna propuesta de Macri. No tiene pensado designar a sus candidatos en la AFI, la AFIP y la UIF -tres resortes de poder con acceso a información secreta-, tampoco avalará que Cristian Ritondo asuma como titular de la Cámara de Diputados, y menos aún que colonice ciertos cargos en el Palacio de Hacienda, la Cancillería y el Ministerio de Justicia.
Macri fracasó en su estrategia de controlar puestos claves del futuro gobierno, y su lugar hasta ahora será aconsejar en reuniones privadas y en asados del fin de semana al sucesor de Alberto Fernández.