Nicolás Maduro hizo fraude electoral y reprimió a la oposición para perpetuarse en el poder. Edmundo González Urrutia y María Corina Machado, líderes opositores, están escondidos para evitar una detención arbitraria o un secuestro ilegal.

Mientras tanto, la comunidad internacional presiona al dictador para que reconozca la victoria de González Urrutia y termine con las sistemáticas violaciones a los derechos humanos.

Estados Unidos prepara sanciones para castigar a los represores y a las jueces que avalaron el fraude electoral, y Brasil, México y Colombia usan sus carriles diplomáticos para encontrar un punto de inflexión en la crisis institucional que protagoniza Venezuela.

Pareciera que nada servirá para conmover a Maduro. Está respaldado por Rusia, China, Irán y Cuba, y la mayoría de la nomenclatura chavista está muy cómoda con su poder político y sus ingresos ilícitos.

El dictador, por ahora, no caerá.