Mauricio Macri fue invitado a la Cumbre de los BRICS en Sudáfrica y allí enhebró tres encuentros sucesivos con Vladimir Putin, Xi Jinping y Narendra Modi. En plena guerra comercial declarada por Estados Unidos, las reuniones bilaterales del presidente argentino con sus pares de Rusia, China e India tienen un argumento político: el mundo cruje y los países se refugian en la cooperación y la multilateralidad para evitar que la agenda propia de Donald Trump afecte sus economías domésticas.
Rusia está aislada de Europa tras la guerra de Crimea. Y necesita aliados políticos y socios comerciales. Macri ya se entrevistó dos veces este año con Putin (Moscú y ahora Johanesburgo) y propuso al líder ruso profundizar las relaciones comerciales entre ambos países. El presidente argentino pretende que capitales rusos se involucren en Vaca Muerta y en las ofertas en los programas de Participación Pública Privada (PPP), dos propuestas que fueron aceptadas por Putin.
El presidente de la Federación rusa no rechaza la guerra comercial que desató Trump, y juega sus cartas para obtener sus propios réditos políticos y económicos. Si las acciones del proteccionismo americano complican los flujos de capital hacia América Latina, el Kremlin podría compensar ese desbalance y profundizar su influencia en la región. En este eventual tablero, Putin encuentra a Macri un socio creíble y pragmático.
A diferencia de Putin, el presidente chino Xi rechaza la estrategia proteccionista de la Casa Blanca. Xi empujo al BRICS de Johanesburgo contra las decisiones de Trump y no se cansó de repetir que el libre comercio fortalece al sistema internacional y permite acortar las diferencias entre las potencias económicas y los países emergentes. Macri se siente cómodo con el discurso del líder chino, aunque sus formaciones ideológicas y sus vidas personales se encuentran casi en las antípodas. El presidente argentino respalda al libre comercio y cuestiona las acciones unilaterales para consolidad poder mundial.
En este contexto, Xi adelantó en la reunión con Macri que China continuará con sus inversiones en la Argentina y que esas inversiones se aplicaran a la energía nuclear, a la agricultura y eventualmente a Vaca Muerta, el yacimiento no convencional de gas y petróleo más importante del planeta. Xi tiene un plan de expansión de China en América Latina y considera a Macri una pieza clave en ese programa estratégico. El presidente argentino conoce los planes de Beijing y solo jugará respetando su propio guión: socios comerciales sin que ello implique una alianza geopolítica.
La India es un país emergente que se puede transformar en un socio vital para la Argentina. No sólo por sus necesidades alimentarias o por sus desarrollos en producción farmacéutica, sino porque además la guerra comercial de Trump puede cambiar el ritmo y los volúmenes de expo-impo alrededor del mundo.
En este sentido, Argentina e India se pueden beneficiar mutuamente. La reunión entre Macri y Modi fue interesante y avanzó sobre una agenda común que hizo hincapié en el comercio de alimentos y la inversión científica. La India es un mercado formidable para la Argentina, y aún no fue alcanzado en la magnitud que ofrece. A eso se comprometieron, recíprocamente, Macri y Modi.
La participación de Macri en los BRICS de Johanesburgo dejó una señal importante. Los jefes de Estado de Rusia, China y la India confían en su administración, al margen de la crisis económica y financiera que golpea a la Argentina. Putin, Xi y Modi quieren profundizar las relaciones bilaterales, pero también asumen que se acerca un proceso electoral que puede –nuevamente- cambiar las reglas de juego.
Resulta paradójico: en una agenda multilateral, con jugadores tan poderosos, la continuidad diplomática depende del eslabón más débil: Macri y su eventual reelección presidencial. Si gana, todo continuará. Y si pierde, Putin, Xi y Modi se quedaran quietos hasta esperar un nuevo movimiento desde Buenos Aires.
La historia contemporánea de la Argentina.