Cristina Fernández de Kirchner no pierde oportunidad para castigar a Alberto Fernández y su agenda económica. Se trata de un sistemático ataque que persigue las renuncias simultáneas del ministro de Economía, Martín Guzmán, el jefe de la cartera de Trabajo, Claudio Moroni, la administradora de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont, y el titular del Banco Central, Miguel Pesce.

La vicepresidente ya no confía en el Presidente y su estrategia interna es dinamitar el programa económico, sino hay cambios inmediatos en la agenda negociada por Guzmán con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El ministro acordó ciertas metas con el Fondo que fueron rechazadas por Máximo Kirchner, la Cámpora y el Instituto Patria, durante el debate en el Congreso.

Cristina y Máximo pretenden un modelo económico que huele a Guerra Fría, y en pos de su objetivo político no tienen problemas en condicionar a Alberto Fernández y perseguir a Guzmán, Moroni, Marcó del Pont y Pesce. La vicepresidente y el diputado desean controlar todas las decisiones de la Casa Rosada y poco les importa el deterioro institucional.

Alberto Fernández decidió resistir el ataque sistemático del kirchnerismo duro, pero sus fuerzas políticas son pocas, la economía es un caos y la imagen pública del Gobierno es muy baja.

La pelea por el poder continuará.