Mauricio Macri se juega su candidatura presidencial en la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la discusión parlamentaria del presupuesto nacional 2019. Si el FMI acepta adelantar los millones de dólares necesarios para asegurar a los bonistas que no habrá default y los gobernadores justicialistas convalidan esa compleja negociación con la burocracia del FMI, Macri enfrentará a las distintas fórmulas peronistas que pretenden recuperar la administración de la Casa Rosada. En caso contrario, María Eugenia Vidal aparece como la alternativa obvia de un proyecto político que pretende resistir a los embates del justicialismo.
El FMI hace una apuesta institucional al programa económico de Macri, pero no quiere repetir el fracaso del primer memo de entendimiento que se consensuó hacia fines de junio. En esa oportunidad, el gobierno se había comprometido a metas de inflación, déficit fiscal y crecimiento que la última crisis financiera transformó en papel mojado. Ahora, Nicolás Dujovne se comprometió a un ajuste formidable que no tiene antecedentes en la historia de la Argentina: llegar a déficit cero, en un poco más de un año.
Las nuevas metas acordadas con el FMI tienen que ser ratificadas por los legisladores en el presupuesto nacional de 2019. Es una condición básica para obtener los millones de dólares que servirán para garantizar el pago a los bonistas en 2019. Y en este contexto, Rogelio Frigerio avanzó con los gobernadores en una negociación que está a punto de cerrar. Si esto ocurriera, el presupuesto se convertiría en ley a principios de noviembre.
Macri desea su reelección presidencial. Pero no pondrá en juego su proyecto político frente a las distintas variables del peronismo, que oscila entre las candidaturas de Cristina Fernández y Sergio Massa. Esperará hasta abril, y si su imagen positiva no llega a los niveles necesarios para una campaña presidencial (cerca del 40 por ciento a favor), decidirá qué hacer en la soledad del poder.
Ya empezó la cuenta regresiva.