Lo conocí en la redacción de Página/12. Andaba en silencio, con su pila de libros, y respondía rápido. Era filoso y me enseñó en cada café que compartimos. Como el Negro Pasquini Durán, el Gordo Soriano, o Tomás Eloy Martínez. Periodistas con honores, gente de bien. Imprescriptibles.
Ya había escrito Los vengadores de la Patagonia trágica (esa obra histórica fue filmada por Héctor Olivera como la Patagonia rebelde) y su voz fue clave para enfrentar a Carlos Menem y su decisión política de indultar a los represores y asesinos de la última dictadura militar.
Hace unos años, muchos años, le propuse hacer su biografía para un ciclo que emitía Canal á. Me miró displicente, con picardía, y disparó: «una biografía sobre mí. No jodas, Roman», me dijo. Al final lo convencí, y me abrió su archivo, su vida, su ética personal.
Chau Maestro. Y gracias.