La visita de Sergio Massa a Shangai y Beijing desnudó la estrategia de China en Argentina y América Latina. El régimen comunista concedió inversiones por 3.000 millones de dólares, abrió nuevos mercados para las economías regionales y renovó el swap por 18.500 millones de dólares, que le permitirán al Banco Central fortalecer sus reservas públicas.

Este movimiento geopolítico implica que China insistirá con vender armamento militar a la Argentina, acceder al control de la Hidrovía y participar en la oferta tecnológica al momento de licitar nuevas bandas de espectro en las comunicaciones. Son tres áreas estratégicas que el régimen comunista pretende ocupar en la Argentina.

Las intenciones de Xi Jinping colocan en un escenario complejo al gobierno, que necesita de Estados Unidos para cerrar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). La Casa Blanca considera que China es su enemigo global y observa con mucha atención que concederá el gobierno a cambio de los beneficios comerciales y financieros que obtuvo Massa en su gira por el lejano oriente.

La tajada a favor de Beijing se supone importante: el swap de 18.500 millones de dólares permite usar 10.000 millones de dólares para el comercio bilateral con China y -eventualmente- operar en los mercados para frenar una corrida bancaria. El fantasma que desvela a Massa cada vez que llega al Palacio de Hacienda.