Santiago Cafiero viaja a Washington para encontrarse con Antony Blinken, secretario de Estado. Blinken no sólo maneja las relaciones exteriores de los Estados Unidos, es uno de los principales consejeros de Joseph Biden. Sin Biden, no hay acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que debe aceptar la refinanciación de la deuda de 44.000 millones de dólares contraída por Mauricio Macri.
El canciller vuela a DC para explicar a Blinken que no hay una alianza con China para fortalecer su estrategia expansionista en América Latina. La Casa Blanca boicotea los Juegos Olímpicos de Invierno que se realizan en Beijing, y Alberto Fernández participará de su inauguración invitado por Xi Jinping, el principal adversario global de Biden.
Washington condena a los regímenes totalitarios de Cuba Venezuela y Nicaragua, que apoyaron a Alberto Fernández para lograr la presidencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC). Cafiero sostendrá ante Blinken que el jefe de Estado utilizará a la CELAC para acercar posiciones entre el bloque populista de la región y la administración Biden.
Cafiero viaja con una misión imposible. Biden desconfía de Alberto Fernández y es muy difícil que cambie de opinión.