Mauricio Macri viajó a China para fortalecer sus relaciones personales y políticas con los mandatarios que participarán del G20, un espacio multilateral que se asumió peso propio cuando la crisis económica del 2008 lastró la credibilidad de Estados Unidos y sus socios europeos. Con la inestabilidad política de Brasil y el tropezón de Enrique Peña Nieto frente a Donald Trump, el presidente argentino puede en Hangzhou consolidar una representación regional que coloque a la Argentina en una posición de privilegio en la agenda global.
En este contexto, Macri tuvo su primera bilateral con Xi Jinping, quien desplegó una seductora acción diplomática para profundizar la influencia de China a nivel mundial. El líder comunista no sólo se comprometió a equilibrar los 6.000 millones de dólares que en la balanza comercial con Argentina se favorece a China, sino también a profundizar la «Alianza Estratégica Integral» que en su momento firmaron Cristina Fernández y Xi. La promesa del presidente chino encierra una compleja trama política que incluye a jugadores que operan en las capitales más poderosas del mundo.
Con CFK, China empujó una diplomacia rampante. Impuso condiciones para construir dos represas en Santa Cruz, una central nuclear en la provincia de Buenos Aires, una base militar en Neuquén y depositar millones de yuanes/dólares en las arcas del Banco Central. La presidente estaba aislada y sin financiamiento, y Xi aprovechó la oportunidad para fijar las reglas de juego. Aunque Cristina describiera otra realidad en sus noticieros oficiales.
Macri obtuvo ya tres beneficios por su encuentro con Xi: mejorar la balanza comercial, profundizar el intercambio cultural y el voto de China a la candidatura de Susana Malcorra como Secretaria General de Naciones Unidas. Estos tres beneficios concedidos en Hangzhou, buscan un objetivo clave para Pekín. Se trata de lograr que Argentina vote en la próxima cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC) que China es una economía de mercado, un estatus legal que es resistido por poderosos intereses locales y globales. La votación es en diciembre y si China logra su cometido, habrá una cambio profundo en el sistema antidumping de la OMC y en la determinación de precios a nivel internacional.
Ahora: reunión bilateral con el presidente de la República Popular China, Xi Jinping pic.twitter.com/oIEXq9UFdE
— Mauricio Macri (@mauriciomacri) September 3, 2016
En su vuelo de regreso a Buenos Aires, y tras tener reuniones de trabajo o contactos informales con Barack Obama, Ángela Merkel, Francoise Hollande y Michel Temer, el presidente argentino deberá evaluar sus próximos pasos. Macri busca negocios para el país y recuperar protagonismo mundial, pero a veces la diplomacia es un juego de suma cero.
Es pintoresco que jugadores de fútbol chino lleguen a la Bombonera para mejorar su jueguito con la pelota, pero esos movimientos de soft power no siempre dan beneficios a largo plazo. Durante su gira histórica por China, Richard Nixon promovió la diplomacia del Ping Pong, que Mao aceptó sin condicionamientos. Cuando fue la Masacre de Tiananmen, el lobby chino en Washington fue tan fuerte que Bill Clinton debió retroceder en sus anuncios de sanciones económicas. Y era el Presidente de los Estados Unidos.