Sebastián Piñera firmó un decreto que apropia para Chile cerca de 6.000 kilómetros cuadrados de territorio que pertenecen a la Argentina. El presidente chileno violó los tratados de 1984 y de 1998, y abre un conflicto diplomático que puede terminar en la Corte de la Haya.
Alberto Fernández decidió no escalar la tensión bilateral, y explicó en Olivos que después de los comicios presidenciales en Chile -con Piñera afuera del Palacio de la Moneda- los diferendos limítrofes se arreglaran con un acuerdo político.
La perspectiva del jefe de Estado tiene un problema estructural: al otro lado de la cordillera consideran que Piñera se ajustó al derecho internacional y que Argentina no tiene una sola posibilidad de defender su territorio en un tribunal ad hoc o en la Corte de la Haya.
En este contexto, tras décadas de relaciones estables y con escasos litigios, Argentina y Chile regresan a un escenario de conflicto geopolítico. Ambas naciones aprendieron la lección de la historia y apelarán a una resolución pacífica de las diferencias, pero esas diferencias complicarán los vínculos bilaterales en un mundo cruzado por una crisis económica y sanitaria que tiene final abierto.