Cristina Fernández juega en silencio su partido contra Alberto Fernández. Será un lance largo que tiene un sólo objetivo: Máximo Kirchner o Axel Kicillof como candidatos a presidente en los comicios generales de 2023. Ahora, el campo de batalla es la cartera de Justicia, y en el futuro será la ayuda a los intendentes propios del conurbano o los costos políticos del gobierno si fracasa en su negociación con los los bonistas privados.

Marcela Losardo es la ministra de Justicia, amiga del presidente y socia de su estudio de abogados. Losardo esta flanqueada -literal- por el viceministro de Justicia, Juan Martín Mena, y el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla. Mena fue redactor del Memo con Irán y operaba los teléfonos de la SIDE en tiempos de Oscar Parrilli. Pietragalla pidió la libertad del condenado Ernesto Jaime alegando misericordia.

La ministra de Justicia piensa distinto que Mena y Pietragalla. Jamás hubiera pedido por Jaime, y nunca hubiera avalado el Memo con Irán. Losardo no eligió a Mena y Pietragalla. Fue CFK.

La presión de Pietragalla para lograr la excarcelación de Jaime y la negociación de Mena con los asesinos detenidos en Devoto empujaron el Cacerolazo que Alberto Fernández soportó sin quejarse en la quinta de Olivos. El presidente entendió y aceptó el reclamo detrás de las cacerolas, y aguarda su momento para terminar con las internas palaciegas en el Ministerio de Justicia.

Mientras este minué sucedía en los medios y en Olivos, Cristina proponía sesionar con los senadores afuera del recinto y ella -sola- en su estrado de la Cámara Alta.

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