Si no media un hecho político imprevisible, Cristina Fernández será candidata presidencial. Y si las PASO o las elecciones de primera vuelta fueran hoy (12 de mayo), CFK derrotaría a Mauricio Macri y a todos los eventuales candidatos de Argentina Federal. Solo quedaría el balotaje entre Cristina y Macri, que apuesta su destino político a la quietud del dólar, a la caída de la inflación y a la estabilidad del riesgo país.
CFK destruyó la economía, está acusada de graves hechos de corrupción y puso a la Argentina junto a Cuba, Venezuela, Irán, China y Rusia. Ese fue su programa de gobierno, y no piensa cambiar si finalmente derrota a Macri en un probable balotaje que será a fines de noviembre. Cristina utiliza una estrategia de seducción electoral que aprendió de Néstor Kirchner: demócrata liberal en campaña y populista autoritaria cuando ejerce el poder institucional. Esa es su receta, casi infalible desde que Néstor ganó la intendencia de Río Gallegos en 1987.
Durante la presentación en la Feria del Libro, CFK citó a Jose Ber Gelbard e hizo alusión a su mirada de la política y la sociedad democrática. «Yo no creo en los neutrales, se habrán dado cuenta. Creo que para neutrales están los suizos. Los argentinos no somos neutrales y, bueno, yo no soy neutral, no lo fui nunca ni lo quiero ser ni lo voy a ser», advirtió Cristina cuando refería a su libro Sinceramente.
Esa opinión, nos pone a todos en jaque político. Si CFK llega al poder, su perspectiva de las cosas significará a propios y ajenos. Es decir: sin posibilidad de ser neutrales, porque no vivimos en Suiza, nos queda ser aliados o enemigos. Y ya sabemos como tratan Cristina y sus funcionarios a los probables enemigos. Alcanza con recordar qué hizo con los familiares de la Tragedia de Once o la memoria del fiscal asesinado Alberto Nisman.
Cristina será afable y permeable a las críticas públicas. Se exhibirá como una perseguida política cuando enfrente su primer juicio oral como presunta jefa de una banda de ladrones del Estado y abogará por un programa social que distribuya riquezas que sólo existen en su imaginación personal. CFK ya está en modo campaña electoral y su voluntad de poder se mantiene intacta.
Viene por todo.