Tras las elecciones de medio término, adonde el Frente de Todos perdió ante Juntos por el Cambio, la discusión legislativa del Presupuesto 2022 implicará un test político para determinar cómo será la relación institucional entre el oficialismo y la oposición.
El Gobierno necesita el presupuesto para apuntalar la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras que Juntos por el Cambio llegará al recinto para explicitar el mandato político que recibió en los comicios del 14 de noviembre.
La oposición ya ha dicho que dará quórum para habilitar el tratamiento del presupuesto, y al Frente de Todos le quedó la responsabilidad de juntar los votos para lograr su media sanción antes de las fiestas de Navidad. La Casa Rosada aún no tiene los votos, y el rechazó al presupuesto puede complicar la situación interna de la coalición oficialista y la negociación que emprende con el FMI en Washington.
Hay una clave política que puede marcar el desenlace de un debate que será arduo y complejo. Se trata de la actitud del gobierno que ya no tiene la mayoría en Diputados: si busca el consenso con Juntos por el Cambio, habrá batalla parlamentaria y al final se aprobará el presupuesto 2022. Y si sucede al revés, todo crujirá y Alberto Fernández no tendrá otro camino que apelar a un decreto para prorrogar el presupuesto 2021.
Sería una pésima señal para Kristalina Georgieva, que exige un acuerdo institucional entre el oficialismo y la oposición para presentar al board del FMI un staff agreement que habilite la refinanciación del crédito de 44.000 millones de dólares que contrajo Mauricio Macri cuando ocupaba la Casa Rosada.