Carlos Rosenkrantz, Ricardo Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti se transformaron en los principales adversarios políticos del Gobierno. Estos cuatro jueces de la Corte Suprema establecieron límites institucionales a la Casa Rosada al avalar las clases presenciales durante la pandemia, y esa decisión legal asumida por unanimidad causó una fuerte reacción oficial encabezada por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.
Se trata de una reacción desproporcionada del Presidente y la vicepresidente porque los cuatro jueces sólo cumplieron con sus responsabilidades constitucionales.Carlos Rosenkrantz, Ricardo Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti advirtieron que la emergencia no puede justificar la violación de derechos vigentes y que los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) vinculados a la pandemia deben reconocer la autonomía de las provincias al momento de dictar normas restrictivas sobre derechos individuales.
Alberto Fernández y CFK avanzaron contra la Corte asumiendo que habían firmado un fallo que encierra una apuesta política a favor del Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gobierno porteño. Un grave error de apreciación: la sentencia unánime cuestiona los argumentos defensivos del Estado -bosquejados por Carlos Zannini- y critica la ausencia de datos científicos para justificar la suspensión de las clases presenciales en la Ciudad de Buenos Aires.
Con todo, la sentencia preservando la autonomía de las provincias y asegurando la educación en las aulas no es el principal problema entre la Corte Suprema y la Casa Rosada. Alberto Fernández y el máximo tribunal no tiene diálogo institucional, un concepto básico en un democracia moderna. Y esa anomia estructural complica al sistema institucional que necesita de canales públicos y privados entre los poderes del Estado para evitar que la tensión política profundice aún más la crisis de la pandemia.
Con el COVID-19 ejecutando su faena mortal y las elecciones a cinco meses, sería un milagro que el Presidente y el máximo tribunal encontraran un espacio común para iniciar una relación institucional que nunca existió desde la llegada del Frente de Todos a Balcarce 50.