«Nosotros hicimos todo bien», dijo Aníbal Fernández antes de declarar como imputado en la causa Fútbol Para Todos, El exjefe de Gabinete estuvo parco con los periodistas que lo aguardaban frente a la puerta de Comodoro Py, y luego con paso cansino marchó hasta el juzgado de María Romilda Servini de Cubría, que en los próximos días debe decidir sobre la situación procesal de Fernández y sus antecesores Juan Manuel Abal Medina y Jorge Capitanich. Si no surge nada extraño, Servini de Cubría hará historia en Tribunales: procesará a los últimos tres jefes de Gabinete de Cristina Fernández.
Fernández alega que la administración kirchnerista no tiene responsabilidad de los fondos entregados a los clubes y que por lo tanto no puede haber imputación penal. Precisamente, es el mismo argumento que uso CFK para despegar de las causas de corrupción abiertas contra Lázaro Báez y Cristóbal López. El Estado Nacional siempre cumplió con las normas, mientras que empresarios desalmados y corruptos se quedaron con los bienes públicos que fueron entregados con absoluta buena fe.
«La Jefatura de Gabinete no tiene facultades para chequear lo que hacían los clubes con los fondos. Lo que los expertos me dijeron es que cuando el Estado pagó a los clubes dejó de ser dinero público y la Asociación de Fútbol es responsable de eso«, dijo Fernández antes de enfrentar su primera indagatoria como exfuncionario público.
Ya es una obviedad plantear que Fútbol Para Todos fue una decisión política que benefició a los millones de argentinos que dependían de la buena voluntad de Clarín para ver los goles por televisión. Había que esperar hasta el domingo a la medianoche, para que el fútbol obtuviera su libertad mediática. Pero como siempre ocurrió con el kirchnerismo, una idea noble se transformó en un negociado: millones de dólares se giraron a la AFA, y Capitanich, Abal Medina y Fernández tuvieron que controlar su destino final, porque era plata pública con un destino exacto y previamente establecido.
Y no lo hicieron.
La hora referí.