Hay un nuevo milagro político en la Argentina: Javier Milei, un outsider que habla con sus perros, y Sergio Massa, el ministro de Economía de un gobierno inolvidable, disputan la presidencia en el balotaje del próximo domingo. Será un comicio parejo que tiene un final incierto. Hay empate técnico: reconocido en las dos trincheras electorales.
Milei representa el hartazgo social y propone un programa de gestión que hace agua en los flancos. Por ejemplo: cree que es posible mantener los nexos comerciales con China y Brasil sin tener relaciones bilaterales con Xi Jinping y Lula da Silva. El candidato de la Libertad Avanza confunde Estado con Gobierno, dos categorías muy simples de entender.
A su turno, Massa propone un cambio y se despega de la administración de Alberto Fernández. Es su ministro de Economía, y por lo tanto, responsable de la inflación, la pobreza, el precio del dólar y la relación con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo, el ministro ganó en primera vuelta y sueña con asumir el próximo 10 de diciembre.
A cuarenta años de democracia, la institución está firme y el sistema político cruje. Juntos por el Cambio ya es una sombra y Unión por la Patria una ficción partidaria, mientras la sociedad observa con muchísima desconfianza los movimientos esquizofrénicos de la corporación política.
Nada será igual desde las primeras horas del 20 de noviembre.