Alberto Fernández siempre pensó que su primer desafío en el poder estaría protagonizado por la negociación con los bonistas internacionales. Se preparó para esa batalla desigual, y aguardaba que el lance final llegara hacia fines de mayo.
Se equivocó: el Coronavirus arrasó con la estrategia presidencial y planteó una nueva dinámica del poder en la Argentina. Alberto Fernández tuvo tiempo para meditar cómo enfrentar a los acreedores privados, y fue sorprendido por la Pandemia. El presidente asumió este nuevo desafío -apenas charlo del asunto con CFK- y se puso al frente de la crisis en la salud pública y la economía.
En este contexto, el Coronavirus cambia las correlaciones de poder en la coalición de gobierno, e interpela la calidad de liderazgo político de Alberto Fernández. Es su punto de inflexión: si demuestra certeza y templanza,, la sombra del doble comando se habrá aclarado. Si fracasa, la vicepresidente irá por el centro del escenario. Está en su naturaleza.