En plena campaña electoral, Alberto Fernández tomó distancia con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y asegura que su programa económico no dependerá de las sugerencias que bajen desde Washington. Sin embargo, los asesores económicos del candidato presidencial peronistas trabajan sobre una hipótesis básica: sin FMI no hay programa de gobierno.
Si Fernández derrota a Mauricio Macri en los comicios del domingo, se encontrará con un mercado financiero convulsionado, con escasas reservas en el Banco Central y una fuerte presión social que exigirá una rápida solución de los problemas que enfrenta por la política económica que diseñó Nicolás Dujovne y avaló Macri.
En este sentido, la hoja de ruta tiene etapas inamovibles. Fernández buscará una agenda común con Donald Trump, que le permita negociar con el FMI, que a su vez funcionará como un aval con Wall Street, que aceptará cierto reperfilamiento para permitirá que el país acceda a ciertos créditos para aliviar las arcas del Banco Central e iniciar una camino ascendente que achique los niveles de recesión.
Fernández o sus asesores económicos partirán a DC, si Macri es derrotado en las elecciones presidenciales. Es un viaje obvió al centro del poder mundial. Será para noviembre, antes de las primeras nevadas de invierno.