La dictadura de Nicolás Maduro secuestró a Agustín Gallo, un gendarme que llegó a Venezuela desde Colombia para visitar a su novia. El regimen caribeño alega que Gallo es la cabeza de playa de una operación de inteligencia de Javier Milei para evitar que Maduro continúe en el poder.
El gobierno argentino sabe que el gendarme está cautivo por los grupos parapoliciales del regimen, y ha pedido a Brasil y Colombia que activen sus contactos con Caracas para lograr su inmediata colaboración. La diplomacia de Lula da Silva y Gustavo Petro contestaron con obvias formalidades políticas.
Maduro tiene secuestrados a 20 ciudadanos extranjeros, entre ellos Gallo. La intención del dictador -bajo la sombra de la caída del Clan Assad- es utilizar a estos cautivos como trueque para facilitar su huida de Caracas, si se aceleran los tiempos en Venezuela.
El 10 de enero, Maduro quiere coronar su fraude electoral asumiendo -de nuevo- en el Palacio de Miraflores. Hasta esa fecha, Gallo será una pieza en el tablero geopolítico de la dictadura venezolana.
Argentina está sola en su puja con el regimen caribeño.