La crisis política y económica colocó a Javier Milei en la puerta de Balcarce 50. El líder de la Libertad Avanza interpretó la bronca y el hartazgo de una sociedad que ya no esperaba nada de la democracia y venció en las PASO a las dos coaliciones partidarias más cercanas al establishment institucional.
La ventaja de Milei se apalanca en la crisis, y como es probable que no haya soluciones en el corto plazo, su triunfo electoral aparece como una verdad política irrefutable. Milei ya no es un cisne negro, al contrario: ya instaló que su llegada a la Casa Rosada es un hecho posible, y los factores de poder empiezan a acomodarse.
Patricia Bullrich y Sergio Massa juegan a fondo para entrar al balotaje, pero cargan con sus propias dificultades internas. Massa es ministro de Economía en un país con altísima inflación, Bullrich lidera una coalición opositora que se asemeja a una batalla en el fango. Mauricio Macri coquetea con Milei, el radicalismo se ha replegado y el votante de Horacio Larreta todavía se pregunta qué pasó.
Mientras tanto, Milei ofrece iniciativas de cumplimiento imposible -dolarizar y cerrar el Banco Central, por ejemplo- y suma votos con un discurso seductor ante un electorado que ya le prometieron hasta el salariazo. Fracasó el sistema, y la eventual respuesta de la sociedad sería abrir un capítulo distópico a 40 años de la ultima dictadura militar.