Alberto Fernández designó a Silvina Batakis como ministra de Economía, tras el portazo de Martín Guzmán. Batakis ratificó que su programa respetará las metas acordadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en una muestra de alineamiento automático con el Presidente. Cristina Fernández de Kirchner se mantiene en silencio, mientras su aliados por izquierda ya exhiben su malestar por la posición pública de la sucesora de Guzmán.
Juan Grabois y Hugo Yasky, dos soldados de CFK en los movimientos sociales y el sindicalismo combativo, han lanzado actos de repudio a la postura de Batakis ante las metas cerradas con el FMI. Grabois y Yasky juegan -siempre- al lado de la Vicepresidente.
Batakis se encuentra frente a un dilema sin solución aparente: si apoya la agenda de Alberto Fernández en el FMI, su estabilidad política corre peligro por las acechanzas de la vicepresidente. Y al contrario, si cede ante las presiones de CFK, su futuro en el gabinete será exiguo y fugaz.
Alberto Fernández y Cristina sellaron una tregua que empieza a languidecer. El Presidente respeta los acuerdos con el Fondo, en tanto que la Vicepresidente considera que ya es momento de reformar las metas para evitar una probable derrota electoral en 2023.
Batakis podría ser como Guzmán: el daño colateral de una guerra política que aún no tiene final.