Kristalina Georgieva está acusada de beneficiar a China cuando ocupaba un puesto estratégico en el Banco Mundial. Joseph Biden inició una nueva Guerra Fría con Beijing, y la actual directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) quedó bajo el fuego cruzado de la Casa Blanca.

Georgieva alega su inocencia en todos los cargos, mientras una silenciosa ofensiva desde Wall Street, el Banco Mundial y la Secretaría del Tesoro de los Estados Unidos pugna por destronar a la directora gerente que propuso modificar ciertas reglas en el sistema financiero global.

Europa, China, Rusia, África y América Latina respaldan a Georgieva, e intentan aplacar todos los movimientos geopolíticos en su contra.

Alberto Fernández encontró una aliada en Georgieva y su eventual renuncia complicaría -aún más- los términos de la negociación que emprende Martín Guzmán con el board del FMI. Hasta ahora, no hay acuerdo posible. Y si cae la directora gerente, el Presidente perdería una ventaja táctica frente a determinados países -Alemania y Japón- que están cansados de soportar a la Argentina como acreedora serial.

En 48 horas, se sabrá si Georgieva mantiene su puesto. Depende de Biden, y el lobby que ejecute la Unión Europea a favor de la directora gerente que abrió la mano para beneficiar a los países que más sufrieron las consecuencias del COVID-19.